martes, marzo 27, 2012

El primer comic de la historia

¿Por qué una estrella se enlaza
con otra como un dibujo?


En la antigüedad, los hombres usaban como referencia en sus viajes los únicos puntos fijos que tenían: la estrellas. Las agrupaban y les daban nombres. ¿Y qué mejor forma de recordarlas que contando una historia con ellas? Así es como nacieron las constelaciones.

Las constelaciones más fácilmente reconocibles del hemisferio norte son, quizá, la Osa Mayor (o el Carro) y Casiopea (con forma de W o M, depende de la época del año). Esta última forma parte de un grupo de constelaciones (junto con Cefeo, Pegaso, Andrómeda, Cetus y Perseo) que se conocen como la leyenda de Andrómeda.
Casiopea, esposa del rey Cefeo, era una madre que estaba muy orgullosa de la belleza de su hija, Andrómeda. Tanto es así, que afirmaba que su belleza era superior a la de las Náyades, las hijas del dios Poseidón. Pero nadie rivaliza con los dioses y sale impune. Un monstruo de las profundidades marinas, Cetus (la ballena), fue enviado por el padre de las criaturas retadas a castigar las costas del país. Según un oráculo, la única forma de detener el desastre era que Cefeo sacrificara a su hija Andrómeda, encadenándola a una roca para que la devorara el monstruo.
Afortunadamente, un héroe pasaba por allí en el momento preciso: Perseo. Montaba a lomos de Pegaso, el caballo alado, y venía directamente de vencer a la gorgona Medusa. Le había cortado la cabeza y la había llevado consigo: su mirada seguía teniendo el poder de convertir en piedra a quien posara sus ojos sobre ella. Ese fue el destino de Cetus, que se hundió con las otras piedras en el fondo del océano. La bella Andrómeda fue liberada, y acabó casándose con Perseo.

Todos los personajes de la leyenda comparten juntos un pedazo de cielo, inmortalizados por los dioses tras el fin de su aventura. Como detalle curioso, en la constelación de Perseo, la estrella que haría las veces de ojo de la cabeza de Medusa es una estrella variable llamada Algol ("demonio", en árabe). ¡Una mirada de lo más diabólica!

Leyenda de Andrómeda I


Cuando se iniciaron las exploraciones náuticas (la hazaña de circunnavegar África, o llegar a las Indias...), los marineros se encontraron con un cielo lleno de estrellas totalmente nuevas. Así que se dedicaron a crear historias con esas constelaciones nuevas usando elementos que formaban parte natural de su entorno. Así, nació la enorme constelación del barco, que posteriormente tuvo que fraccionarse en otras más pequeñas: la vela, la quilla, el octante, el compás... Los dioses y héroes del pasado habían dado paso a objetos más triviales. También elevaron a los cielos a algunas de esas nuevas criaturas que poblaban los nuevos mundos descubiertos: el ave del paraíso, el tucán, el fénix, el camaleón, el pavo real... Los cuentos celestes seguían relatándose, pero esta vez eran historias de y para marineros o aventureros.



Sin embargo, las estrellas que pertenecen a una determinada constelación no suelen tener una relación física unas con otras. Hay excepciones, como por ejemplo las Pléyades, que sí son un puñado de estrellas que nacieron juntas de una nebulosa y siguen aún compartiendo el nido. Pero si pudiéramos salir de la superficie terrestre, surcar el espacio y mirar desde la distancia, de lado, veríamos a las estrellas que forman el Carro claramente separadas entre sí, sin nada que las relacionara. Da la casualidad que desde la Tierra aparecen en un trozo cercano del cielo, nada más.



Esto significa, por supuesto, que la forma de las constelaciones no siempre ha sido como es hoy en día. Las estrellas más cercanas a nuestro Sistema Solar se mueven más rápido sobre nuestro cielo que las que están más alejadas. Y cuando pasen miles de años, su forma cambiará de nuevo.



Si pensáis que quizá por eso las constelaciones de ahora no se parecen a lo que sus nombres aluden... pues me temo que no, ni siquiera con esa excusa se puede justificar. Los antiguos griegos y compañía tenían muuucha imaginación.

domingo, marzo 25, 2012

Otro libro se va de viaje

Este fin de semana tendría que haber salido otro post, pero hay un par de imágenes que se me están resistiendo, así que va esta otra en su lugar.

Hace mucho tiempo, me decidí a unirme a la aventura de bookcrossing.com: ¡libros gratis! La idea es tan simple como bella: "Haz del mundo una biblioteca". Eliges un libro, lo registras en la página web, el número asignado se incluye en el libro... y se suelta el libro "en la jungla". El libro se deja a su suerte, con la esperanza de que caiga en buenas manos. La finalidad de todo esto es que el libro siga su curso de mano en mano: leído y vuelto a liberar.

Una idea bonita. Una ejecución descorazonadora.

Por el momento, he liberado cuatro libros (míos originalmente). Acabo de registrar un quinto. Sólo uno de ellos ha pasado por otras manos que lo han vuelto a liberar. El resto he de suponer que languidecen en las estanterías codiciosas de algún ser desconocido, o peor aún, ha sido destruído y ha acabado sus días despedazado en un charco de barro o en un cubo de basura. En todo este tiempo, sólo he encontrado un libro, que leí y liberé de nuevo. Eso ha sido todo.

Cualquiera podría pensar que llega un momento en que la abrumadora evidencia invita a rendirse. Tirar la toalla y reconocer que no se puede llevar a cabo una empresa semejante en nuestro mundo. Pero esa única vez que encontré un libro y esa única vez que alguien dijo haberlo encontrado y posteriormente liberado han sido suficientes. Por eso he vuelto a registrar un libro nuevo, aunque técnicamente soy la segunda mano que lo lee. Estará forrado, para soportar las inclemencias, y etiquetado, para conservar su identidad. Pienso dejarlo por ahí a mediados de semana. En el metro, muy probablemente, para que haga compañía a otra persona en su viaje.

Cruzo los dedos...

martes, marzo 20, 2012

Creeping up on you

Aparentemente, ya no puedo ver películas tranquila, sin que salten todas mis alarmas mentales.

El otro día, sin ir más lejos, tuve que levantarme y dejar de ver la tele, para evitar tragarme la película que estaban poniendo. Era una de esas comedias románticas, típicamente Hollywoodiense. Apenas vi quince minutos, pero era de esas en las que no es fundamental enterarse del principio. En esencia, va de un tipo (interpretado por Will Smith) que da consejos a otros tíos sobre cómo conseguir impresionar a las mujeres. En concreto, la primera escena que vi mostraba a un ejecutivo regordete, todo timidez y nervios, que había dejado patidifusa a una jefa de su compañía, y había acabado consiguiendo una cita con ella. Todo siguiendo los consejos de su peculiar celestino. En otra escena, a continuación, se nos dejaba claro que Hitch, el consejero amoroso, no ayuda a tipejos que sólo buscan sexo: él trata de ayudar a los menos hábiles de entre la sociedad a conseguir a las mujeres de su vida. O eso decía.

Justo después, se nos presenta un momento curioso. El punto de la película en que Hitch emplea sus propias técnicas para entablar conversación con una mujer "difícil" en un bar, de esas que rechazan a todos los moscones con facilidad. Tienen una debate dialéctico de altos vuelos, donde él trata de derribar sus escudos con mucho morro, y ella trata de hacerle caer de bruces y que abandone la empresa. Finalmente, por supuesto, ella acaba picada por la curiosidad. Y entonces él se marcha.

Sedal, cebo y captura.

A partir de ese momento, empiezan las escenas más chungas de toda la película y la razón por la que dejé de verla. Ella, una periodista con aparente fama de ser inaccesible para los hombres, está trabajando en su oficina unos días después, y se presenta un mensajero con un paquete para ella. Contiene un walkie-talkie. Por supuesto, se trata de Will!Hitch. Tras otra batalla conversacional, él vuelve a engatusarla para quedar el domingo por la mañana. En el momento que acepta, el mensajero le entrega otro paquete con la ropa que debe llevar para la cita: un traje de neopreno.

A mí ya se me habían puesto los pelos como escarpias y miraba ojiplática la pantalla. Un tío, con el que has hablado cinco minutos en un bar, ha sido capaz de encontrarte, en tu trabajo. Su invasión de la privacidad aumenta por el hecho de que una conversación así mantenida, es escuchada y comentada por todos tus compañeros de trabajo, aumentando la presión de grupo sobre ti. Te lía para quedar con él, dejando claro que eres bastante fácil de engañar, y te da instrucciones precisas sobre la (reveladora) indumentaria que debes llevar para la cita. Mi reacción inicial habría sido la de tirar el receptor muy lejos y denunciarle a la policía como acosador. Pero al parecer debo ser rara. Porque la tía va el domingo por la mañana, se acaba poniendo el traje y se monta en una moto acuática sin saber a dónde la quiere llevar. Creo que es como empieza la típica peli de terror en la que el psicópata acaba descuartizando a su víctima en un lugar tranquilo y apartado.

La historia se vuelve más espeluznante cuando la mujer acaba en la misma moto acuática que el hombre, porque una se ha "averiado" casualmente por el camino. Muy bien, chica, estás en mitad del mar, sin transporte independiente, sin saber a dónde vas, con un tipo que ha planeado tu día y tus reacciones con sumo detalle. Para rematar la jugada, acaban en un museo sobre los primeros emigrantes que llegaron a los Estados Unidos, donde Hitch ha dado con el nombre y la firma del tatarabuelo de la muchacha entre los registrados.

Vamos a ver. Que lo mismo me estoy perdiendo yo. Un tipo te conoce durante cinco minutos, te maneja a su antojo, ha encontrado dónde trabajas, te lleva a una cita rarísima en un lugar aislado, te deja claro que es capaz de acceder a tu familia... y en lugar de salir corriendo y gritando como una posesa a la comisaría más cercana, ¿te planteas una segunda cita? Tía, a ti te va la marcha. Estás pidiendo a gritos acabar en una bolsa de basura en el basurero a las afueras de la ciudad.

En fin, que la rara debo de ser yo...


miércoles, marzo 14, 2012

The Doctor is in!

En este post puede haber SPOILERS. Trataré de que sean pocos.


Me uní a la aventura de Doctor Who hará unos tres años, cuando las nuevas series* ya me llevaban unas cuantas temporadas de ventaja. Conociéndome, prefiero ver una serie que ya esté terminada, o bien tenga mucho material disponible antes de que mi voracidad alcance con la programación actual. Llevo fatal las esperas.

No sé muy bien qué me llevó finalmente a ver esta serie. Al ser británica y de ciencia ficción podría haber sido una candidata natural en mi lista, pero había leído que también era un poco tontona, con monstruos risibles y una máquina del tiempo de las que reescriben la historia (¡adoro los viajes en el tiempo cerrados!). No sé, después de Firefly cualquier otra serie del género palidece en comparación. Sospecho que alguna reseña me acabó convenciendo, aunque ahora no caigo en cuál. El caso es que empecé por la temporada 1, y el primer capítulo era un poco bobo. Sin embargo, algo en la relación de los protagonistas - el Doctor y una muchacha - me llamó la atención, y continué con el capítulo 2. Era una clara mejora con el anterior, así que, sin darme cuenta, me enganché. La primera temporada cayó en un abrir y cerrar de ojos. Las tres siguientes tuvieron un destino similar en mucho menos tiempo del aconsejable. Maldita sea. Ahora tenía que esperar a que saliera la quinta como todos los demás.


El problema de deglutir series sin parar a parpadear es la percepción que guardas de los actores. Los fans normalitos desarrollan una devoción por tal o cual personaje, y con tal o cual actor, influidos por el pasar lento del tiempo entre capítulo y capítulo, por campañas y entrevistas y revisionados del DVD. Mi aproximación ante las cosas susceptibles de frikismo es con bisturí. Si me gusta, me lanzo de cabeza hasta el fondo: tengo que saberlo todo y tengo que saberlo ya. Buceó con fruición por internet, recolectando información a manos llenas, lo veo todo y recuerdo la mayoría (mi memoria tiene unos patrones claramente absurdos). La ventaja es que de esta manera no me afectan tanto las campañas de publicidad y el comportamiento en el Mundo Real de las personas involucradas con mi objeto de devoción del momento. Y digo esto porque siempre me sorprenden y descolocan las reacciones de los fans ante los diferentes actores que han protagonizado al personaje del Doctor.

Pero me estoy adelantando... Sigue leyendo si no sabes de qué va esto:

Para aquellos no hayáis visto nunca la serie, Doctor Who trata de un Señor del Tiempo, que se presenta como el Doctor y tiene apariencia humana (bueno, los Señores del Tiempo son anteriores, así que nosotros nos parecemos a ellos). Este tipo estrafalario y curioso, con una cierta predilección por el planeta Tierra, posee una máquina del tiempo con forma de cabina telefónica azul, llamada TARDIS, y se dedica a viajar por el espacio y el tiempo junto con una joven humana, a la que se conoce como acompañante. Y van por ahí, encontrándose gente (los extraterrestres son gente, ¿no?), y les pasan cosas. ¡Ah, sí! Cuando están a punto de morir, los Señores del Tiempo tienen un truco: pueden regenerar cada molécula de su cuerpo, o lo que es lo mismo, aprovechan para cambiar al actor en la serie.

Sí, algo así sería. Vale, ya podemos seguir.




Mi primer Doctor fue el noveno, Christofer Eccleston, que duró una temporada. A destacar sería su relación con Rose, su acompañante, que va creciendo hasta un "algo más" - aún sin definir - de forma creíble y convincente. El personaje empieza siendo un poco más serio que en anteriores regeneraciones: su actitud melancólica cuadra con el amargo final de la Guerra del Tiempo. Tiene sus momentos payasos, claro, pero es gracias a la presencia de Rose, y posteriormente también de Jack, que el Doctor acaba por creerse que ha merecido la pena sobrevivir.
Entre los seguidores de la serie despierta sentimientos encontrados, principalmente porque mezclan realidad con ficción. En mi opinión, el hecho de que no acabara en buenos términos con los responsables de la serie (afirmó que no volvería a aparecer en la serie nunca más) no es motivo para desmerecer su fantástica interpretación durante el tiempo que estuvo.




Del décimo Doctor muchos afirman que es el mejor de la nueva época. No negaré que es el más entusiasta y el que se lo tomó más en serio. Hasta el punto de que su despedida de la serie (tras tres temporadas) fue tanto del personaje como del actor. Se ve claramente que no se quería ir.
Mi problema con David Tennant fue que le había conocido antes como Barty Crouch Jr. en la cuarta película de Harry Potter. Como ya he explicado por aquí, mi relación con las películas de HP es siempre conflictiva, con una actitud hacia la preservación de ciertos detalles que roza el nazismo. En concreto, odié con ardor el tic nervioso que se inventó Tennant (o el director, o el guionista, o...) para el personaje que interpretaba: sacar la lengua de forma compulsiva. Así que le cogí un poco de manía al actor.
Sin embargo, su interpretación en Doctor Who consiguió que me acabara olvidando de ello y le aceptara como el nuevo Doctor tras media temporada. Esto tiene bastante mérito, ¡que soy muy maniática para estas cosas! Lo que nunca me va a parecer es guapo, lo siento.




Mi favorito hasta la fecha es el undécimo Doctor. A diferencia de los anteriores, me enamoró desde el minuto uno, aunque fuera hecho un desarrapado (the raggedy man in the raggedy clothes) durante todo el primer capítulo. Dicen los productores de la serie que Matt Smith es un hombre mayor encerrado en un cuerpo joven, que tiene un "alma vieja". Cuando le miras a los ojos, tiendes a estar de acuerdo. Me encanta que sea payaso, me encanta cuando se entristece recordando el pasado y cuando se excita pensando en el futuro. Es absolutamente adorable ver cómo se preocupa por sus acompañantes. De hecho, las temporadas 5ª y 6ª contienen, a mi juicio, las mejores interacciones entre el Doctor y su acompañante desde el inicio de la nueva serie (principalmente porque no he visto las antiguas... que si no, también). No es que no me chiflaran Donna o Rose (hasta Martha tenía sus días), o incluso alguno de los esporádicos viajeros, pero con Amy (y luego también con Rory) hay algo especial. Son como una familia. La presencia de River no hace sino confirmar esta imagen.


Otro día tengo que hablar de las acompañantes, que son fabulosas y fundamentales para la serie y el crecimiento del personaje. En general, Doctor Who es una serie que recomiendo con fervor. A pesar de su planteamiento ligeramente infantil y absurdo, son 40 minutos que pasas disfrutando. Tiene personajes muy interesantes, que se desarrollan y crecen ante los ojos del espectador. Contiene al menos tres episodios impresionantes por temporada, de esos que te dejan con la boca abierta y pensando: "Pero ¿qué...? ¿Cómo...? Ay, madre... ¡Lo han vuelto a hacer!" También hay episodios de relleno, pero trato de encajarlos en semanas que no me apetece romperme la cabeza viendo series. Porque no todos los capítulos pueden ser como en Firefly, pero tampoco quiere decir que no merezcan la pena.



(*) Doctor Who es una serie casi de culto en Gran Bretaña, que lleva emitiéndose desde finales de los 70, casi sin interrupción. Lo que marca la separación entre las antiguas series y las nuevas es el parón que hubo desde la mitad de los 90 hasta el 2005 que se reseteó el contador de las temporadas. En ese año, la temporada 1 empezaba, pues, con el Doctor en su novena regeneración.

domingo, marzo 11, 2012

La teoría de la "piedra gorda"

Hace unos cuantos años, cuando me encontraba en plena adolescencia, sufrí un cambio de colegio. Mis padres, anticipándose con habilidad ante mi previsible protesta, dejaron caer que en el nuevo colegio había un grupo de Astronomía. ¡Ohhh, sí! Los ojos me brillaban con la emoción sólo de pensarlo. Algunas nos conformamos con cualquier cosa, podréis pensar, pero esto supuso un punto de inflexión en mi vida.

El profesor que llevaba el grupo, E., inició mi carrera como astrofísico. Entre muchas otras cosas, me enseñó que Plutón no merecía el nombre de planeta (mucho antes de que lo decidieran los de arriba) y que las constelaciones del zodiaco estaban todas desplazadas, aunque no es que importara mucho en cualquier caso (en realidad, pasábamos más tiempo jugando al "une los puntos" con los mapas estelares). De todo lo que aprendí, recuerdo con nostalgia su teoría de "la piedra gorda". Esa teoría que un día iba a patentar y con la que se haría rico, que solucionaría de un plumazo todos los interrogantes abiertos sobre el sistema solar. Explicaba la creación de la Luna, el origen de los satélites de Marte y las anomalías en la rotación de Venus y Urano. La culpa de todo la tenía "una piedra gorda". La teoría original era algo más o menos así:

En los inicios de formación del sistema solar, había muchos asteroides y cuerpos rocosos que daban vueltas entre las órbitas de los planetas, atraídos por la influencia gravitatoria del Sol y, en menor medida, de Júpiter. Las órbitas de los planetas aún no habían sido completamente limpiadas (en este momento reciben el nombre de planetésimos), y podían encontrarse asteroides de gran tamaño en circulación. Uno de ellos, llamémosle "piedra gorda", tomó una dirección que le enviaría en colisión con múltiples cuerpos de los alrededores. Desde las zonas exteriores, más allá de la órbita del último planeta gaseoso, se lanzó a gran velocidad contra su primera víctima, Urano. El choque dejó al pobre planeta con el eje de rotación tan torcido, que quedó condenado a vagar cual canto rodado a lo largo de su movimiento alrededor del sol. No contento con esto, la "piedra gorda" siguió su curso hacia el sistema solar interior, atravesando el cinturón de asteroides entre Júpiter y Marte. Su alocada trayectoria desvió a dos de sus primos, los asteroides Fobos y Deimos, hacia el planeta rojo. Marte ganó así dos satélites, y Fobos un enorme crater.




El fin del viaje estaba cerca, pero aún tuvo tiempo de chocar contra el desprevenido Venus. Sí, también torció su eje de rotación. Con tan mala baba, que quedó girando al revés que todos los otros planetas: el Sol en Venus sale por el Oeste desde entonces. Después de tanto trastazo, nuestra pobre "piedra gorda" ya no sabía por dónde iba. Tras completar un giro alrededor del Sol e intentar salir de un vecindario tan concurrido, se encontró de bruces con la Tierra. El choque fue tan brutal, que no sólo le trastocó un poquito el eje de rotación, también le arrancó al pobre planeta un buen pellizco de las capas más externas. De esos restos, nació la Luna. Y colorín, colorado, el accidentado viaje de la "piedra gorda" había terminado.

Años después, con la carrera de Física terminada y mucho trasteo por internet, he comprendido que si bien la teoría no podía justificarse como un evento único, sin duda funcionaba como regla mnemotécnica para recordar todas esas cuestiones sin resolver. De hecho, no se diferencia mucho de las hipótesis actuales, sólo que éstas tienen nombres más sutiles. E., por supuesto, lo sabía perfectamente cuando nos lo contaba, y lo usaba como una broma recurrente de año en año. He pensado que podría ser divertido contarlo por aquí.


Para saber más:


Urano, un canto rodado

Urano es el séptimo planeta del Sistema Solar, el primero descubierto en la etapa moderna, con un telescopio. W. Herschel lo descubrió, aunque afortunadamente no perduró el nombre que le puso (en honor al rey Jorge III, su patrocinador). En la mitología griega, Urano era el padre de Cronos, o Saturno en la mitología romana, que era a su vez el padre de Júpiter. Todo queda en familia.

El aspecto más curioso de Urano es la extrema inclinación de su eje de rotación, 97.8º, o lo que es lo mismo, su eje está tumbado sobre el plano orbital. Donde los otros planetas tienen su ecuador, Urano muestra sus polos. Cada uno de ellos apunta al sol, en cada solsticio, durante 42 años seguidos. Esta anomalía suele atribuirse a un posible impacto con un protoplaneta de gran tamaño al principio de su formación, aunque no es la única posibilidad.


Los satélites "captados" de Marte
Al parecer, los hijos de Ares, Fobos (miedo) y Deimos (pánico), son en realidad "adoptados"... en cuanto a su naturaleza como miembros del sistema solar, al menos. Desde luego se parecen mucho más a los asteroides, situados en el vecino cinturón, que al planeta rojo. Durante mucho tiempo se pensó que Júpiter, el vecino al otro lado del cinturón de asteroides, habría modificado la trayectoria de alguno de esos cuerpos menores, permitiendo que Marte atrapara a dos de ellos.

El problema es que la órbita de Fobos y Deimos es bastante regular y coplanaria con la órbita marciana, lo que habría sido mucha casualidad. Otra explicación más razonable sería considerar que un único satélite se hubiera partido tras un fuerte impacto hace varios miles de millones de años.


Venus: al revés del mundo


Afrodita, Ishtar, el lucero del alba (o Lucifer) es en muchos aspectos parecido a la Tierra: su tamaño, densidad y su gravedad son muy similares, de ahí que a veces reciba el nombre de planeta hermano del nuestro. Lamentablemente, su agravado caso de efecto invernadero le proporciona una temperatura media de 480ºC. Lo que lo convierte en el gemelo maligno.

Venus gira muy lentamente a lo largo de su órbita, pero lo hace además con la peculiaridad de girar en el sentido de las agujas del reloj (visto desde el polo norte), al revés que el resto de los otros planetas. No se conocen las razones de esta rebeldía giratoria, aunque se achaca a una colisión con un asteroide en los orígenes de la formación del sistema solar.


La formación de la Luna


Una de las últimas hipótesis que explican la formación de la Luna es, precisamente, la colisión de un asteroide del tamaño de Marte con la Tierra, hace unos 4500 millones de años, cuando la corteza de la Tierra aún no se había enfriado. El impacto vaporizó material de la superficie, aceleró su rotación (un día se completaba en apenas unas horas) y el eje de la Tierra quedó inclinado (permitiendo la aparición de las estaciones). Todo aquel material que no volvió a caer se quedó orbitando al planeta, aglomerándose hasta finalemente convertirse en el único satélite que tenemos hoy en día: la Luna. Pero esto no será así para siempre, porque la Luna se aleja unos centímetros cada año. Dentro de "poco", no podremos disfrutar de eclipses totales de sol, ¡habrá que aprovechar mientras se pueda!



miércoles, marzo 07, 2012

Con ojos de niño: el escaramujo

Hay una canción que me llamó mucha la atención desde que llegó a mis oídos. Se trata de "El escaramujo", de Silvio Rodríguez, y dice así:

¿Por qué la tierra es mi casa?
¿Por qué la noche es oscura?
¿Por qué la luna es blancura
que engorda como adelgaza?
¿Por qué una estrella se enlaza
con otra, como un dibujo?

Y ¿por qué el escaramujo
es de la rosa y el mar?
Yo vivo de preguntar:
saber no puede ser lujo.

El agua hirviente en puchero
suelta un ánima que sube
a disolverse en la nube
que luego será aguacero.
Niño soy tan preguntero,
tan comilón del acervo,
que marchito si le pierdo
una contesta a mi pecho.
Si saber no es un derecho,
seguro será un izquierdo.


Yo vine para preguntar
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.
[sigue]

La canción nos presenta la realidad vista con ojos de niño, pregunta lo más elemental del mundo que nos rodea y nos descubre su extraordinaria belleza y complejidad. Porque las preguntas más sencillas encierran los mayores misterios.

En sucesivas entradas, trataré de ir dando respuesta a algunas de esas preguntas y actualizando con un enlace aquí. No sé si llegaré al final de la canción, pero me comprometo al menos al primer párrafo.



Para los curiosos: el escaramujo, efectivamente, es el nombre de un tipo de rosa y su fruto (rosal silvestre) y un crustáceo (el percebe).

domingo, marzo 04, 2012

Starry, starry night

VINCENT

(Don McLean)



Starry, starry night
Paint your palette blue and grey
Look out on a summer's day
With eyes that know the darkness in my soul

Shadows on the hills
Sketch the trees and the daffodils
Catch the breeze and the winter chills
In colours on the snowy linen land

Now I understand what you tried to say to me
How you suffered for your sanity
How you tried to set them free
They would not listen, they did not know how
Perhaps they listen now

Starry night, de Van Gogh

Starry, starry night
Flaming flowers that brightly blaze
Swirling clouds in violet haze
Reflect in Vincent's eyes of china blue

Colours changing hue, morning field of amber grain
Weathered faces lined in pain
Are soothed beneath the artist's loving hand

Now I understand what you tried to say to me
How you suffered for your sanity
How you tried to set them free
They would not listen, they did not know how
Perhaps they listen now

For they could not love you
But still your love was true
And when no hope was left in sight on that starry, starry night
You took your life, as lovers often do
But I would have told you, Vincent
This world was never meant for one
As beautiful as you


Vincent and the Doctor

Starry, starry night
Portraits hung in empty halls
Frameless head on nameless walls
With eyes that watch the world and can't forget
Like the strangers that you've met
The ragged men in the ragged clothes
The silver thorn of bloody rose
Lie crushed and broken on the virgin snow

Now I think I know what you tried to say to me
How you suffered for your sanity
How you tried to set them free
They would not listen, they're not listening still
Perhaps they never will...


Un estracto del capítulo 10 de la 5ª temporada de la nueva serie de Doctor Who: