Pocas veces me ha ocurrido que al leer un libro, decida dejarlo a medias. He leído libros muy malos, y aún así los he acabado. Como en la manida analogía del accidente de tráfico: la fascinación por seguir contemplando el horror es superior al argumento racional de "emplea tu tiempo en algo más útil,... como observar cómo crecen las flores."
Reconozco que al principio se trataba también de una cierta compulsión. "Si lo empiezas, lo acabas." Con el tiempo, decidí que mi tiempo era valioso y que el mundo estaba lleno de libros increíbles, como para emperrarme en leer todos los libros de una serie que hubiera empezado, por ejemplo.
Sin embargo, hay uno que me lleva dando una pereza suprema leer: Eldest, la continuación de Eragon. Tanto es así, que me regalaron la edición bonita de los dos primeros libros y, después de varios años de coger polvo en mi estantería, los he registrado en libroscompartidos.com para regalarlos. En un último momento de flaqueza, empecé el segundo libro la semana pasada, pero me estaba destrozando los nervios y me he rendido. Es una de los poquitas veces que he hecho trampa. He hojeado aquí y allá para enterarme del final y fuera.
Es tan previsible. Tan carente de originalidad. Tan collage de otras historias del género (El Señor de los Anillos, mayormente, pero es que hay elementos hasta de Star Wars). Es tan típico todo lo que ocurre... Que me ha sorprendido encontrar este fragmento.
En una conversación entre el protagonista Eragon y su maestro élfico, el primero le pregunta por la religión de los elfos. Debo aclarar en este punto que las enseñanzas que recibe el susodicho giran en torno a la magia: idiomas perdidos, hechizos, comunión con la naturaleza y todos sus seres. El pack completo. Y va Elrond, digo, Oromis y le contesta:
Creemos que el mundo se comporta según ciertas leyes inviolables y que, mediante un esfuerzo persistente, podemos descubrir esas leyes y usarlas para predecir sucesos cuando se repiten las circunstancias.
Ehm. Espera. ¿Qué...? ¿Soy la única a la que le parece que ésa es la respuesta que daría un científico ante la pregunta de qué es lo que hace? Vale, me ha picado la curiosidad. No hay más remedio que leer el discurso completo. Esto es lo que dice cuando el muchacho le pregunta por el origen del mundo:
Sea como fuere, no puedo demostrar que los dioses no existen. Tampoco puedo probar que el mundo y todo lo que existe no fuera creado por alguna o algunas entidades en un pasado lejano. Pero puedo decirte que en los milenios que llevamos los elfos estudiando la naturaleza, nunca hemos presenciado una situación en la que se rompieran las leyes que gobiernan el mundo. Es decir, nunca hemos visto un milagro. Muchos sucesos han desafiado nuestra capacidad para explicarlos, pero estamos convencidos de que fracasamos porque ignoramos lamentablemente el universo, y no porque una deidad haya alterado las obras de la naturaleza.
Ojiplática perdida estoy. Es algo que uno esperaría encontrar en un argumento de un escéptico. ¡Pero este tío hace magia! Lee las mentes y mueve objetos sin tocarlos. ¿Será una campaña designada a elevar a los magufos y demás pseudocientíficos a un estatus superior? ¿Para que la gente piense que suenan tan sensatos como los que hacen ciencia de verdad?
Tras un par de ejemplos prácticos que desacreditan a otras razas (a lo enanos, qué sopresa), el protagonista está mustio y desolado por esta perspectiva de un mundo frío donde no hay vida después de la muerte. Su mentor le ofrece la siguiente reflexión:
Al contrario, es un mundo mejor. Un lugar en el que somos responsables de nuestras acciones, en el que podemos ser buenos con los demás porque queremos y porque es lo que debe hacerse, en vez de portarnos bien por miedo a la amenaza del castigo divino.
Se me salta la lagrimita. Excepto por el pequeño detalle de que en el libro se nos ha explicado que este increíblemente complejo pueblo de elfos magos, ateos y cientifistas ha estado huyendo de la confrotación directa con el tirano del país que habitan, a pesar de tener poder de sobra para proteger al pueblo llano del hambre y las guerras que les han asolado durante años. Pero esperad, que el elfo-jedi concluye así:
No te diré qué debes creer, Eragon. Es mucho mejor aprender a pensar con espíritu crítico y que luego se te permita tomar tus propias decisiones, que imponerte nociones ajenas. Me has preguntado por nuestra religión, y te he contestado la verdad. Haz con ella lo que quieras.
Jo, qué bonito.
Lástima que el muchacho lo descarte de su mente con un: "Pero entonces, la mayoría de los humanos y los enanos se estarían engañando. No puede ser que tanta gente se equivoque."
A fin de cuentas, es una historia dirigida a gente joven de magia, dragones y un destino predeterminado. Si el protagonista se viera influenciado de repente por estas palabras, sería directamente manipulación. Me pregunto qué aprenderá de su experiencia de primera mano en el mundo. Si comprendiera que tiene la opción de elegir, de pensar por sí mismo, y no que debe actuar conforme a su papel de elegido y blablablá. ¿Cambiaría el cuento? Ésa sí que sería una estupenda lección. Pero no pienso leer más de C. Paolini para enterarme.