martes, marzo 20, 2012

Creeping up on you

Aparentemente, ya no puedo ver películas tranquila, sin que salten todas mis alarmas mentales.

El otro día, sin ir más lejos, tuve que levantarme y dejar de ver la tele, para evitar tragarme la película que estaban poniendo. Era una de esas comedias románticas, típicamente Hollywoodiense. Apenas vi quince minutos, pero era de esas en las que no es fundamental enterarse del principio. En esencia, va de un tipo (interpretado por Will Smith) que da consejos a otros tíos sobre cómo conseguir impresionar a las mujeres. En concreto, la primera escena que vi mostraba a un ejecutivo regordete, todo timidez y nervios, que había dejado patidifusa a una jefa de su compañía, y había acabado consiguiendo una cita con ella. Todo siguiendo los consejos de su peculiar celestino. En otra escena, a continuación, se nos dejaba claro que Hitch, el consejero amoroso, no ayuda a tipejos que sólo buscan sexo: él trata de ayudar a los menos hábiles de entre la sociedad a conseguir a las mujeres de su vida. O eso decía.

Justo después, se nos presenta un momento curioso. El punto de la película en que Hitch emplea sus propias técnicas para entablar conversación con una mujer "difícil" en un bar, de esas que rechazan a todos los moscones con facilidad. Tienen una debate dialéctico de altos vuelos, donde él trata de derribar sus escudos con mucho morro, y ella trata de hacerle caer de bruces y que abandone la empresa. Finalmente, por supuesto, ella acaba picada por la curiosidad. Y entonces él se marcha.

Sedal, cebo y captura.

A partir de ese momento, empiezan las escenas más chungas de toda la película y la razón por la que dejé de verla. Ella, una periodista con aparente fama de ser inaccesible para los hombres, está trabajando en su oficina unos días después, y se presenta un mensajero con un paquete para ella. Contiene un walkie-talkie. Por supuesto, se trata de Will!Hitch. Tras otra batalla conversacional, él vuelve a engatusarla para quedar el domingo por la mañana. En el momento que acepta, el mensajero le entrega otro paquete con la ropa que debe llevar para la cita: un traje de neopreno.

A mí ya se me habían puesto los pelos como escarpias y miraba ojiplática la pantalla. Un tío, con el que has hablado cinco minutos en un bar, ha sido capaz de encontrarte, en tu trabajo. Su invasión de la privacidad aumenta por el hecho de que una conversación así mantenida, es escuchada y comentada por todos tus compañeros de trabajo, aumentando la presión de grupo sobre ti. Te lía para quedar con él, dejando claro que eres bastante fácil de engañar, y te da instrucciones precisas sobre la (reveladora) indumentaria que debes llevar para la cita. Mi reacción inicial habría sido la de tirar el receptor muy lejos y denunciarle a la policía como acosador. Pero al parecer debo ser rara. Porque la tía va el domingo por la mañana, se acaba poniendo el traje y se monta en una moto acuática sin saber a dónde la quiere llevar. Creo que es como empieza la típica peli de terror en la que el psicópata acaba descuartizando a su víctima en un lugar tranquilo y apartado.

La historia se vuelve más espeluznante cuando la mujer acaba en la misma moto acuática que el hombre, porque una se ha "averiado" casualmente por el camino. Muy bien, chica, estás en mitad del mar, sin transporte independiente, sin saber a dónde vas, con un tipo que ha planeado tu día y tus reacciones con sumo detalle. Para rematar la jugada, acaban en un museo sobre los primeros emigrantes que llegaron a los Estados Unidos, donde Hitch ha dado con el nombre y la firma del tatarabuelo de la muchacha entre los registrados.

Vamos a ver. Que lo mismo me estoy perdiendo yo. Un tipo te conoce durante cinco minutos, te maneja a su antojo, ha encontrado dónde trabajas, te lleva a una cita rarísima en un lugar aislado, te deja claro que es capaz de acceder a tu familia... y en lugar de salir corriendo y gritando como una posesa a la comisaría más cercana, ¿te planteas una segunda cita? Tía, a ti te va la marcha. Estás pidiendo a gritos acabar en una bolsa de basura en el basurero a las afueras de la ciudad.

En fin, que la rara debo de ser yo...


5 comentarios:

  1. Acabo de subsanar mi error imperdonable. La verdad es que antes no lo pensaba tanto, aunque sí que me extrañó que Megan Ryan fuera tan crédula. Ains, los años eliminan la indulgencia hacia la estulticia ajena, al parecer ;)

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  2. Ay qué ver, mira que yo vi la peli y lo que acerté a pensar fue "me pide una cita por walkie delante de todo el mundo y le mato" Aunque reconozco que me extrañó que el tío se hubiera puesto a buscar al tatarabuelo... no solo eso, si no que lo encontró!!

    Me encanta como has escrito este post, tú sí que tienes arte.

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  3. Yo vi esa cosa hace un tiempo. Gracias a Dios, mi memoria elimina las cosas desagradables. Y esa película me dio dolor de muelas. De hecho, no sé si llega a película, pero bueno. Que sí, que vale, que puede ser divertida por algunos momentos. Pero que no deja de ser trillada, increíblemente irracional, ridícula y, como tú dices (algo en lo que no había caído antes), siniestra.

    Ya puestos, si ese tío se hubiese dedicado a detective, Poirot se metía a estilista y Ellery Queen se iba a freír churros.

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  4. Viniendo de ti, Sai, es un gran piropo: gracias, niña!

    Nicolás: ¿Conseguiste ver la película entera? Madre mía, vaya estómago... A mí no me compensaban las gracietas comparadas con el sufrimiento del conjunto. Me acabas de descubrir a Ellery Queen, por cierto, no tenía el gusto.

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