jueves, febrero 02, 2012

De estrangis in de nait

A pesar de que todo el mundo miente en las encuestas cuando dice que en la tele sólo ven documentales de La 2, yo sí que los he visto. Con ésta, van por lo menos dos veces.

En concreto se trataba del capítulo nº 42 de La noche temática, titulado: El botín de guerra de los terroristas. Mientras terminaba de recoger la cocina el sábado por la noche, iba escuchando de fondo este documental que narra "el seguimiento del comercio ilegal de arte antiguo procedente de Irak, Líbano, Siria y Jordania". Tengo que confesar que había encendido la televisión después de cenar, con la única finalidad de que me hiciera compañía mientras metía cacharros varios en el lavaplatos y fregaba las ollas rebeldes. Pero el tema del documental en cuestión me fue atrapando sin querer.

Por lo visto, robar arte y sacarlo de forma ilegal de un país ya no es lo que era. Antes, los esforzados salteadores de yacimientos tenían que jugarse el cuello para pasar la aduana, con gran riesgo personal. Ahora, los mismos ladrones (aprovechando el caos generado por las guerras existentes en esos países) se limitan a llegar a las zonas bajo el dominio de las guerrillas de turno y entregarles los objetos de arte en cuestión - a cambio de la correspondiente suma acordada. A través de las guerrillas, la salida de estas piezas antiguas al mercado privado europeo y estadounidense se encuentra, parece ser, con menos problemas en la frontera. Si quieres cuidar del arte nacional, nada como exportarlo tú mismo. La legalidad es secundaria.

El caso es que en este mundo todavía hay gente que de verdad se preocupa por recuperar y devolver a su sitio todos estos artículos, en muchas ocasiones cuando el país ya se ha recuperado del conflicto bélico correspondiente. Ciertos países europeos, de hecho, colaboran activamente en dicha devolución, cuando les es notificado el fraude. Pero no todos. Francia, por ejemplo, no se encuentra entre los cooperativos, según los reporteros del documental. En concreto, según las palabras de un informante, París es la ciudad de elección para la casas de subastas que no tienen mucho interés en desentrañar la procedencia cuanto menos dudosa del arte antiguo.

En cierto catálogo, se llegaba al extremo de usar como tapadera la colección de obras de arte de un hombre... fallecido hacía varios años. Tras varias pesquisas, los dos periodistas que presentan el reportaje trataban de entrevistar a uno de los implicados en la historia. El personaje en cuestión no se había presentado y la excusa que les dieron fue la evasiva:
"Tuvo que salir precipitadamente..."

Que completé con un entusiasta:
"... ¡por culpa de la escasez de rinocerontes!"


Soy fan, no puedo evitarlo.

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