jueves, febrero 13, 2014

El tiempo entre semáforos



Es mediodía. En la calle, junto a un semáforo y esperando para cruzar, un padre con dos niños. El mayor va de la mano y el pequeño, que no llegaría a los 5 años, a hombros. El padre interroga al pequeño sobre su día y éste responde animadamente. Hablan sobre unas imágenes de un volcán, de su espectacularidad, discuten sobre si lo ha visto en un documental o no... El niño se queda pensativo unos instantes, y de pronto anuncia:

-          Soy un empollón.

El tono resulta una mezcla entre categórico y resignado. El padre parece divertido por el comentario:

-          ¿Y eso por qué?
-          Pues porque siempre sé cosas… Y los otros no.

El hermano mayor interrumpe la conversación, ajeno a tan grandilocuentes enunciados, y distrae la atención del padre. Pero el niño parece seguir dándole vueltas, tiene la mirada fija y el ceño fruncido. Al tiempo que empiezan a cruzar el semáforo, renueva la charla:

-          De mayor, ¡quiero ser empollón!

Resuelve satisfecho.

Y con una sonrisa en los labios, me alejo de la escena caminando en sentido opuesto.

1 comentario:

  1. Cielos... hay esperanzas para la Humanidad.
    Lo anterior no impresiona tanto por escrito como si se dijese en voz alta. Si lo tuviera que poner en un diálogo sería algo así:

    «Cielos... —dijo Nicolás en un hilo de voz. Pareció considerar lo que diría a continuación, como si su conclusión representara una tardía meta alcanzada después de un triste peregrinaje—. Hay esperanzas para la Humanidad —dijo tras unos instantes de vacilación. Se escuchó a sí mismo, la voz ronca que pronunciaba aquella sentencia. A pesar de ello se sintió incapaz de creer plenamente en lo que había dicho. "Quizás —pensó— sea cuestión de tiempo"».

    Ahora sí estoy más conforme :P

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