sábado, mayo 04, 2013

Di adiós con la manita

Las despedidas de soltero/a son una aberración en nuestro tiempo. Como tener una cartilla para el banco (¿are you from the past?) Una reliquia de cuando las parejas se conocían y empezaban a vivir juntas después de casarse. ¿Qué sentido tiene despedirse de una soltería que hace años que no practicas? A veces suponen un gasto comparable al del regalo de bodas, lo cual puede agriar un poco el entusiasmo de los amigos afectados.

No quisiera que hordas de futuros casados me crucifiquen o escupan por decir lo evidente (pero en el fondo me da igual y para algo estoy en mi blog). Está claro que se siguen celebrando porque a veces necesitamos una excusa para juntarnos un amplio puñado de amigos y montar una buena fiesta. Nos vamos dispersando, nos vemos menos, nos asentamos en planes más calmados, más rutinarios... A nadie le amarga un dulce, no?

Mal, muy mal. En primer lugar, es una excusa barata. Para eso están los cumpleaños, que además ocurren cada año y no "una o dos veces en la vida, pero digamos una, ¡una, cariño! que era una broma..."

En segundo lugar está el siguiente problema, y que más evidencia que es una antigualla de costumbre: ¿qué hacen las amigas del novio? ¿Y los amigos de la novia? Pues se fastidian, claro. A no ser que se organice una despedida conjunta, que ya es el colmo del absurdo, porque ni despides la soltería, que claramente no disfrutas, ni pasas tiempo exclusivo con los amigos que no ves desde que iniciaste tu vida en pareja (que ya te vale...)

Y ya la guinda del pastel: el horror de organizar un Magno Evento reuniendo amigos de todas las clases, colores y sabores. Encontrarlos a todos (y atarlos en las tinieb... uy, no, perdón). Que una mayoría acepte un día, o un finde, o un puente. Que se queden satisfechos con los eventos: ni demasiado hortera para los que van casi a regañadientes, ni demasiado suave para los fans acérrimos de estas lides. Que no decidan sublevarse una de las facciones a dos días del suceso y boicoteen y cambien el plan original que tantos quebraderos de cabeza dio. Que los novios no se den cuenta de los tejemanejes y piensen que todos sus amigos de origenes diversos en el fondo se quieren y se aprecian.

E incluso lo más difícil: pasarlo bien al final.


Va una, quedan dos. Que no nos pase nada...

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