lunes, mayo 30, 2005

En el metro

Conversación entre una madre y su hijo:

- Mira, mamá, ¡mira!
- ¿Sí, cariño?
- Esos chicos están muy contentos.
- Ah, sí, son Asterix y Obelix...
- Como están muy contentos, por eso saltan.
- Sí, saltan.
- Es que les gusta mucho comer, por eso saltan, porque están contentos.
- ...


Los niños aprenden que para que todas sus preguntas queden contestadas, a veces, deben recurrir a cerrar el círculo.

¡Que me traigan un niño de cinco años!

viernes, mayo 20, 2005

CAIGO

Recuerdo una vez en clase, a los 15 o 16 años, que tuvimos un 'debate' sobre el suicidio. La profesora de literatura, aburrida de dar clase por las tardes, comenzó a llevarnos relatos y cuentos cortos que años atrás le habían entregado sus alumnos. Los leía y pasábamos a una ronda de comentarios, tratando de exponer diferentes puntos de vista a partir de lo que nos sugerían esas historias. Recuerdo con bastante detalle (teniendo en cuenta mi mala memoria) uno que se llamaba...

CAIGO

Hablaba un adolescente, torturado por los conflictos propios de la edad. Lo sorprendente era reconocer en lo que te contaba problemas que los que estábamos allí habíamos sufrido. La etapa entre los 13 y 17 años suele aparecer como aquella en la que las personas son seres egocéntricos: sus dificultades siempre son insalvables y las peores del mundo, nadie puede comprenderte, todo sale mal, aparece una hipersensibilidad, cualquier cosa hiere profundamente tu amor propio.

CAIGO

Por otra parte, existen momentos de lucidez. Tus amigos son un referente fundamental en quien te apoyas a ciegas. Comienzas a plantearte temas desconcertantes, que hasta ahora eran territorio adulto. Muchas veces esas reflexiones son silenciosas, el miedo a no encajar, al rechazo por la opinión discordante, es muy alto.

CAIGO

La historia del adolescente era muy similar en cuanto a sentimientos, pero radicalmente distinta en cuanto al ambiente en el que se movía. En ese colegio, donde muchos eran niños-bien, no era tan fácil identificarse con algunos problemas de un barrio de clase baja. La forma en que se relacionaban las 'bandas' de amigos, los problemas económicos en el hogar, la desatención peligrosa de los menores por parte de padres alcohólicos, el funcionamiento de un colegio público. El enfoque variaba ligeramente, de forma que aparecían nuevos dilemas, en sustitución por otros más habituales.

CAIGO

Pero la historia era en esencia la misma. Una persona que sufre en silencio, no es capaz de solventar sus problemas, ni de pedir ayuda a tiempo. Bien porque no la encuentra, bien porque no hay nadie así a su alrededor. Se va hundiendo lentamente, pasando la barrera del no retorno, hasta desaparecer.

CAIGO

Recuerdo también las respuestas que tras la lectura comenzaron a dar mis compañeros. Como ocurría en tantas ocasiones, al principio las opiniones no eran muy tajantes, hasta que aparecía lentamente un sentir común, al que rápidamente se unía la masa. El debate parecía radicalizarse claramente en favor de aquellos que rechazaban el suicidio como vía de escape a los problemas. Sostenían, con fervor, que era una solución cobarde, que siempre había una manera de arreglar las cosas, y que esconderse del mundo y rehuir de tus obligaciones era algo deshonroso. El protagonista se había vuelto algo de lo que avergonzarse.

SUELO

Pero la balanza se había inclinado demasiado, y llegó el turno de las notas discordantes, quizá algo tenues. Me uní a ellas. No tenía nada claro cómo enfrentar el problema del suicidio en abstracto, pero tenía fresca en la memoria los recuerdos y vivencias del personaje del relato. No veía forma de justificarlo razonadamente, pero tampoco podía acusarle y condenarle gratuitamente.

SUELO

Tenía algo muy claro: lanzarse al vacío era un acto valiente, que requería fuerza de voluntad y determinación que yo nunca creía capaz de reunir. Siempre acaban filtrándose, como si se rebelara el instinto de supervivencia, imágenes y recuerdos hermosos que insisten en mostrarte la vida como algo de incalculable valor que merece la pena conservar. Supuse en ese punto de mis divagaciones, que lo que me separaba de la situación que estábamos comentando era mi enfoque.

SUELO

Traté de imaginarme en su situación, al borde de una azotea, pensando y machacando una y otra vez todos mis fracasos y miserias. El adolescente no era popular entre sus amigos. Su familia era inestable, y su único apoyo dentro de la misma, su abuela, acababa de morir. El colegio no era su punto fuerte, a pesar de esforzarse, no conseguía mantener la atención en las asignaturas. La chica (o el chico, no recuerdo exactamente si el protagonista era hombre o mujer) no le correspondía, y tenía la impresión de que incluso se burlaba a sus espaldas.

SUELO

Al final, tenías un montón de pequeñas cosas, que por sí solas apenas eran motivo de preocupación, para un adolescente siempre son enormes barreras que superar. Cada una de esas menudencias se iba sumando a la anterior, la gravedad aumentaba progresivamente cuando atisbabas el verdadero trauma que se escondía detrás. El entorno en el que se movía el personaje, las ideas que le contagian los amigos, lo que ve o siente en su casa, todo lo que había sido en un principio y aquello en lo que se estaba convirtiendo... un pequeño flash de lo que podría ser en un futuro, que le aterrorizó. Todo aquello que, desde un único punto de vista, sólo podía entenderse como un largo y oscuro túnel con una única salida resplandeciente al final.

SUELO

En este punto, todo volvía a repetirse en su cabeza, pero ahora había cambiado algo, muy sutil. El filtro a través del cual se contemplaban de nuevo los miedos, parecía difuminarse. Nuevas puertas y caminos parecieron abrirse a los lados. Pero apenas eran un espejismo, y en cualquier caso ya era tarde, sólo quedaba el....


SUELO

martes, mayo 10, 2005

Cienciología

Este domingo participé en la 2ª Carrera de la Mujer. Tras muchos nervios y dudas, me decidí con unas amigas a correr 5km por las calles de Madrid, sacrificando la salida del sábado noche por una vida más sana (un día es un día).

Aparte de ser una estupenda iniciativa para hacer deporte a cualquier nivel y casi cualquier público (femenino, en este caso), servía de apoyo a la lucha contra el cáncer de mama. Es sorprendente la cantidad de cosas que puedes llegar a ignorar sobre algo que te afecta tan directamente como la propia salud, y que muchas veces es sencillísimo tener bajo control. ¡Todas ahora mismo a hacerse una mamografía! Si todos los cánceres y tumores se pudieran solucionar tan fácilmente...

Volviendo a la carrera, he de decir que fue una experiencia muy gratificante: la gente que nos animaba por las calles (mayoritariamente hombres, que esperaban a sus mujeres, hijas, hermanas...), la sensación de compañerismo, la euforia producto de las hormonas liberadas, el triunfo al cruzar la meta y darme cuenta de que lo había conseguido (¡¡sin parar de correr!!). Algo inolvidable, un acto sin mucha ostentación, que casi podría pasar desapercibido, pero que repetiré seguro el año que viene.

¿Qué puede poner el broche perfecto a este tipo de eventos? Las pequeñas compensaciones: barritas de cereales (bajas en calorías, jeje), productos lácteos (con soja, que está de moda), y sobre todo, los masajes. Mmmmm, no hay nada mejor que un masaje después de un esfuerzo físico desacostumbrado.

A estas alturas, cualquiera que esté leyendo esto y haya puesto un poco de atención, se estará rompiendo la cabeza pensando la relación de todo esto con el título del post. No, no es una forma de publicidad subliminal para captar adeptos. No, no patrocinaban la carrera. No, no me he metido en esa secta y me han obligado a hablar de ello en cualquier cosa que escriba. La respuesta correcta está en los masajes.

En un stand con moderada afluencia de público, tres camillas aparecían dispuestas, con sus respectivos encargados junto a ellas. En principio parecía que sólo era para las 'lesionadas' o gente que decía serlo, pero cuando el personal comenzó a desperdigarse rumbo a sus casas, el campo quedó libre para que nos acercáramos a curiosear. Tuvimos tanta suerte que ni siquiera esperamos cola, y al rato descubrimos el placer divino en la tierra. Un masaje un tanto extraño, que desde fuera parecía simplemente 'sobeteo' descarado. Nada más lejos. La sensación era muy relajante, pero los movimientos de la simpática masajista eran enérgicos y precisos, mientras te recorría con las manos el cuerpo.

En una de las veces que me hizo dar la vuelta sobre la camilla, descubrí que la publicidad de la camiseta que llevaba era sobre Cienciología. Estaba demasiado aturdida para reaccionar, así que me dejé llevar por la placidez que sentía. Entre ensoñaciones, me pareció escuchar a alguien, con actitud de sabelotodo, que se acercaba para 'informarse' sobre la secta. Los masajistas no picaron, y sólo le dijeron que el masaje que ellos realizaban se basaba en técnicas que habían aprendido, y que recorrían los nervios para relajar los músculos y... Bueno, no esperaríais que me enterara de verdad, en medio del sopor.

Mira, será Cienciología, pero me hizo sentir como los ángeles y ni siquiera trataron de abducirme, ¿o lo hicieron y no me di cuenta? ¡Sielos, si hasta les he dedicado un post! Pero qué condenadamente listos que son :)