martes, diciembre 04, 2012

Aférrate a mí (Fall on me) 1/4

Autor del fanfic original: Mariner. Escrito entre el Cáliz de Fuego y La Órden del Fénix. La historia está basada en personajes y escenarios creados por JK Rowling, a quien pertenecen. No se persigue provecho monetario alguno, ni la infracción de ninguno de los derechos de autor.

Nota del Autor en el original: La historia comienza al final del cuarto libro, cuando Sirius fue a "esconderse por un tiempo en casa de Lupin."

I

Hay cosas que nunca cambian. Es poner comida en la mesa y Sirius se presenta.

Acababa de preparar el desayuno cuando apareció Canuto. No sabía que era él, claro. Escuché unos arañazos en la puerta y fui a mirar por la ventana, esperando ver una mascota perdida o una ardilla particularmente osada. Lo que vi fue a Canuto, con aspecto polvoriento y desaliñado, sentado en los escalones de la puerta principal. Tenía cardos enganchados en el pelo y barro en las patas.

Me quedé allí de pie, como un idiota, hasta que lanzó un suave ladrido y levantó la pata para rascar la puerta de nuevo, entonces me acerqué y le dejé entrar. Esperó hasta que hube cerrado la puerta tras él y corrido las cortinas, antes de volver a transformarse en Sirius. Tenía el mismo aspecto polvoriento y desaliñado en su forma humana. Aún le colgaba un cardo de la ropa, como si de un patético adorno se tratara. Se lo sacudió impacientemente con el dorso de la mano.

Hola, Remus’, dijo tranquilamente.

Hola, Sirius.’ Permanecí con las cortinas en la mano, mirándole, mientras trataba de encontrar algo más interesante que añadir. Había pasado un año desde que lo viera por última vez, ocho meses desde que tuve noticias suyas. Ni siquiera sabía que estuviera aún en tierras británicas. Y ahora estaba en mi recibidor, balanceándose sobre los pies con aspecto cansado, observándome con unos ojos llenos de cautela e incertidumbre. Me di cuenta de que si no decía algo pronto, iba a pensar que no era bien recibido.

Me alegro de verte.’ Me dirigí hacia la cocina, indicándole con un gesto que me siguiera. ‘No me lo esperaba, pero me alegro.

Me envía Dumbledore’, dijo como si eso lo explicara todo, y en parte supuse que así era. La tensión de sus hombros indicaba que no le había enviado a transmitir buenas noticias, pero antes de que pudiera preguntar, olfateó a su alrededor y se acercó a la mesa de la cocina como si su nariz tirara de él. ‘Oye, ¿son salchichas lo que huelo?

Sírvete.’ No había cocinado para dos. Tampoco había comprado para dos, pero estoy acostumbrado a saltarme comidas de vez en cuando, así que cogí otra taza del armario sobre el fregadero, serví té para ambos, y luego me senté a mordisquear una tostada mientras Sirius atacaba los huevos con salchichas. Apenas se molestaba en masticar, y me pregunté cuántas comidas se habría saltado últimamente.

Bueno, ¿qué ha ocurrido?’ pregunté cuando terminó.

Sirius se había relajado un poco mientras comía, pero ahora su mirada se endureció de nuevo y las líneas alrededor de la boca se pronunciaron más. Alejó el plato vacío y tamborileó con los dedos sobre la mesa.

Voldemort ha regresado.




De repente me alegré de no haber comido apenas. La media tostada pesaba como un  trozo de plomo en mi estómago. Deposité lentamente la taza sobre la mesa, arreglándomelas para no salpicar té. ‘¿Están todos bien?’ Qué pregunta más absurda. Claro que no. Nadie estaba bien. ‘¿Cómo ocurrió?

Me callé y escuché, horrorizado, mientras Sirius me contaba lo que había ocurrido en la final del Torneo de los Tres Magos. Los artículos que había leído en el Diario del Profeta habían sido increíblemente engañosos, dando la impresión de que se había tratado de un incidente aislado orquestado por alguien que quería dañar al Ministerio. Me había preocupado por Harry y lamenté lo de Cedric, a quien recordaba como un estudiante modelo y una bellísima persona, pero no tenía ni idea de lo terrible que había sido todo.

Sirius parecía agotado cuando terminó de hablar, como si contar la historia entera hubiera consumido todas sus energías. Le serví lo que quedaba de té y se lo bebió de forma mecánica, sin mirar la taza. Creo que le hubiera dado igual si le hubiera puesto pus de bubotubérculo.

No tenía ni idea de qué decirle a Harry al final,’ murmuró momentos después. ‘No pude alejarle del peligro, ni ayudarle cuando la amenaza fue real, ni reconfortarle cuando todo acabó. Y ahora ha vuelto con esos parientes muggles de Lily, a quienes no dejaría al cuidado de un gusarapo, mucho menos de un niño, y ni siquiera puedo visitarlo para asegurarme de que está bien. Como padrino he sido tan útil como una capa de invisibilidad con cascabeles.

Dudo mucho que Harry piense así’, le aseguré, aunque me daba perfecta cuenta de que no tenía ni idea de lo que pensaba Harry. Sirius parecía hundido, pero no se me ocurría nada qué decirle excepto mentiras y obviedades. De modo que nos quedamos sentados en un silencio cada vez más incómodo mientras terminaba su té. Le observé, tratando de que no fuera muy evidente. Nuestro encuentro en la Casa de los Gritos había sido demasiado apresurado, demasiado peligroso, con demasiadas distracciones – ésta era la primera vez en catorce años que podía mirar de verdad a mi amigo.

Le hacía falta un baño, un afeitado, un corte de pelo decente y mucho más alimento del que yo podía proporcionarle. Puede que entonces… pero no. Nunca volvería a ser el hombre que yo recordaba de hace catorce años. Es posible que pasado un tiempo le reconociera de nuevo, pero hasta entonces tenía que hacerme a la idea de que *esto* era Sirius ahora, este hombre delgado y demacrado sentado al otro lado de la mesa, que aferraba la taza de té como si apenas recordara para qué servía.

Probablemente yo también le pareciera diferente a él. Los dos nos tendríamos que acostumbrar, eso era todo.

Uhm… ¿Remus?’ Sirius había dejado la taza sobre la mesa y tenía las manos cruzadas delante de él. ‘Dumbledore dijo que lo mejor sería quedarme contigo hasta que enviara instrucciones. No te importa, ¿no?

Quizá se había dado cuenta de que le había estado observando, después de todo. Me pregunté qué habría visto reflejado en mi cara para que pensara que necesitaba hacer esa pregunta.

Por supuesto que no me importa.’ Uno de los dos tendría que dormir en el suelo, y podía anticipar una disputa por ello, pero eso podía esperar. Mientras tanto, ésta era la excusa perfecta para cambiar de tema. Me levanté de la mesa y agité mi varita hacia los platos, que obedientemente se amontonaron en la pila del fregadero. ‘Vamos, te haré un tour guiado del alojamiento.

El tour fue bastante corto, dado que mi casa apenas era lo suficientemente grande para merecer tal nombre. De hecho, cuando la adquirí, ‘casucha’ era un término más apropiado; me llevó varios meses de esfuerzo, tanto mágico como físico, conseguir el presente estado: limpio y sin grietas. Seguía siendo pequeña, y la compra y reparaciones habían agotado hasta el último sickle que había ahorrado durante mi año en Hogwarts, pero era mía sin restricciones. Pasara lo que pasara en el futuro, nunca más tendría que preocuparme de tener un lugar donde vivir. Era más seguridad de la que habría creído posible.

Enseñé a Sirius el salón, el dormitorio, el estudio, el baño y el armario ropero. No le enseñé el sótano, con la ventana enrejada y la puerta con refuerzo, los poderosos hechizos de contención y los cuatro grilletes de hierro anclados en el suelo. Faltaban dos semanas para la próxima luna llena. Si Sirius estaba aquí para entonces, sería el momento de enfrentarme al hecho de que lo supiera, pero por ahora no quería pensar en ello.

La bañera parecía llamar a Sirius con cantos de sirena, así que le proporcioné un par de toallas y ropa limpia, y le dejé a su aire. Volví a la cocina, lavé y guardé los platos; luego salí por la puerta trasera y me senté en los escalones a mirar el jardín.

(Continuará...)

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