Se desmayó. Y al tiempo que caía, experimentó la sensación contradictoria de estar elevándose a un ritmo vertiginoso.
Una negrura infinita le esperaba. El frío, condensándose en forma de niebla, giraba y giraba a su alrededor, congelándole la respiración.
La contemplación del vacío era horrorosa. Horroris vacui, recordó. Por encima de su cabeza aparecieron aquellos ojos verdes, mirándole fijamente, sin parpadear. Por fin, gritó.
Y el sueño se disolvió.
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ResponderEliminarVivimos tiempos oscuros, pero la luz volverá :)