lunes, diciembre 26, 2005

Personas extraordinarias

- Was denken Sie?
- ... Ich weiss nicht.

Ni hecho a propósito. Matemático. Es preguntarme "¿en qué piensas?" y automáticamente mi mente trata de resetearse, borrar los últimos minutos de ideas confusas, y dejarme sola ante el peligro. Porque las respuestas "Nada" o "No sé" no son aceptables en ningún momento. Ni siquiera cuando es cierto.




Hace tiempo que se me acumulan historias en la cabeza. Cuentos sin hilación. Algunas son reales, otras... ya no lo sé. Todas, sin embargo, tienen algo en común: giran en torno a una persona poco corriente. Cuando las conoces, parece que poseen un halo de irrealidad, como si cerca de ellas cualquier cosa que sucediera fuera posible.

Un niño, en un vagón de metro. Iba sin reloj, y parecía agitado. ¿Qué hora es?, era la pregunta constante. Por extraño que parezca, sus compañeros de asiento no nos molestábamos ante ello. Su excitación era contagiosa, casi como un escalofrío que nos recorría a todos, por turnos. Por último, se estableció una curiosa conversación, iniciada por el muchacho:
- ¿Cuántas paradas te faltan?
- Tres.
- ...
- ¿Y a ti?
- Cinco.
Una nube cruzó por su rostro. Angustiada por el cambio, traté de decirle algo que le animara de nuevo.
- Si quieres, cuando me tenga que bajar, te vuelvo a decir la hora. No creo que tardes más de cinco minutos en llegar a tu casa.
- Gracias.
De nuevo su cara irradiaba felicidad. Hubo un suspiro de alivio imperceptible entre los que estábamos con él.
- Me bajo aquí. Es la una y diez.
- ¡Genial! Aún llego a tiempo de ver a mi madre antes de que se vaya.
- Hasta luego.
Y con una sonrisa de oreja a oreja, me dirigí a la salida.




Ella trabajaba en una tienda de espejos. No era feliz. Su imagen la perseguía donde quiera que mirara, y no le gustaba lo que veía. No se consideraba guapa.
Un día entró en la tienda un cliente. Mientras le atendía, su mirada se desvió por un instante. En un espejo cercano, su reflejo le devolvió un gesto sonriente. Sorprendida, comprobó lo hermoso que resultaba su rostro cuando lo iluminaba una sonrisa.
Desde entonces, sonríe todo el tiempo.




A esas persona extraordinarias, mágicas, que tienen su propio mundo: ¿crees que realmente necesitas preguntarles lo que piensan?

5 comentarios:

  1. Deberían escribir un libro sobre las historias que pasan en el metro: hace dos semanas volviendo de plaza castilla entra en el vagón un tio enorme, mazao de gimnasio y con el pelo rapado; pega una patada a la pared y después se sienta en el suelo del vagón y se pone a llorar. Todo el mundo se quedó flipando y nadie sabía muy bien que hacer, hasta que por fin una señora mayor se le acerca para darle un clínex y le pregunta que si se encuentra bien. El chico, que debía de estar deseando desahogarse con alguien, le dice que le acaba de dejar su novia...
    En fin, quien iba a decir que los tipos duros también lloran.

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  2. Pues sí, Elena, hay cosas realmente curiosas que sólo pueden ocurrir en el metro. Y si vas leyendo Rayuela, más. El otro día un tipo, inclinó la cabeza para ver que leía, se sonrió y me preguntó con aire de complicidad:
    - ¿Lo lees a saltos o todo seguido?

    Es como pertenecer a una secta masónica, tenemos hasta claves para identificarnos, jejeje. Recuérdame que te lo pase cuando lo acabe...

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  3. Dejaré mi sorpresa aquí, porque se acerca el momento de marcharme a hacer la comida (¡suena bien, eh! para mí sería cojonudo que fuese otro el que hiciese la tarea, aunque fuese un troll... pero otro) y es el comentario perfecto para ello.

    Yo quiero que me pasen esas cosas en el metro de Madrid... cuando vaya el martes, 21 de febrero. Aquí no tenemos metro y ni tanta gente. Me temo que somos convencionales hasta el aburrimiento.

    Quiero verte, además de porque eres muy especial para mí, porque he de devolverte a un superheroe. ¿Podrás? ¿quedamos? Tengo los días un tanto apretados pero sacaré tiempo el miercoles 22 o el viernes 24. Me gustaría tanto...

    Un beso,

    Malala

    P.D.: Como no me fio de que leas esto pronto, te mandaré un msm

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  4. Yuuuuuuju!!!!!!!! Malala vuelve... y viene a verme! Estoy que no quepo en mí de contenta :)

    Yo saco tiempo de donde no lo tenga, con tal de pasar otro ratito con mi Malalita, jejeeje. Cualquiera de los dos días me parece bien, mientras sea por la tarde, o por la noche. Vuelo a mirar el mail!

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La ortografía y la gramática son amigas mías. Si las pisoteas, la censura caerá sobre ti. Avisado quedas.

Por lo demás, cuenta lo que te plazca. Despacito y con buena letra.