lunes, mayo 13, 2013

Para antivacunas y gente que pare en bañeras en general

Sé que mis amigas leen este título y se descojonan. Puntualizo. Se ríen de mí. A veces sacan el tema sólo para disfrutar con mi reacción. Se me va hinchando la vena de la frente, la cara se me pone roja de frustración al no poder escupir todas las palabras que se me ocurren al mismo tiempo, gesticulo enloquecida ante lo absurdo de algunas actitudes...

Se supone que uno debe contemporizar. Los hijos de cada uno son responsabilidad de ellos. Cada uno tiene derecho a opinar. No puedes obligar a nadie a hacer lo que no quiere.

Blablabla.

Mi punkismo se desata. Que uno tenga derecho a opinar, no implica que su opinión sea válida ni respetable. Se respeta la integridad de la persona, no las sandeces que dice o piensa. Y en ocasiones es un respeto que ni siquiera se han ganado, pero a mí me criaron para ser educada.

Los padres absurdos que no vacunan a sus hijos por motivos peregrinos me provocan acidez estomacal, tics histéricos y pensamientos que mejor censuro para evitar represalias de las autoridades. No los entiendo, de verdad que se me escapan los motivos de su proceder, su cerrazón ante las consecuencias. No parecen darse cuenta de que no están solos en el mundo. La última idea neo-naturista que se les ha ocurrido no sólo les afecta a ellos y a su prole.

Las enfermedades pueden ser muy perjudiciales, y llegar a provocar la muerte. Muchas enfermedades se contagian. Es un gran logro de nuestro tiempo contar con herramientas que nos ayuden a prevenir al menos una parte, como las vacunas y los antibióticos. Los niños necesitan la mayor protección que podamos proporcionarles.

Parecen ideas de perogrullo, a priori parecería que no hay nadie tan insensato como para refutarlas, ¿verdad? Ja. La estupidez humana siempre aumenta, como la entropía del universo.

Las razones por las cuales alguien decide que lo mejor es no utilizar esas ventajas por las que en otra parte del mundo suspiran me parecen crueles y egoístas.

Y si quisieras ser tan merluzo que prefieres exponer a tus hijos a la posibilidad de la infección, antes que enfrentarte a la posibilidad de cualquier efecto secundario, entonces vete a vivir a un lugar donde haya otros idiotas que piensen como tú. Porque el resto de niños y adultos ven incrementados el riesgo de contagio ante tu falta de raciocinio.


Pero basta de soltar espumarajos sin ton ni son. Si queréis que os expliquen bien un tema, lo mejor es consultar a un experto. Os dejo el vídeo de una convocatoria del blog Las Penas del Agente Smith, donde Margarita del Val ofrece una muy didáctica charla sobre las vacunas:



Por cierto, existe ahora en Madrid una campaña de revacunación de la vacuna contra las paperas (y el sarampión y las rubeolas). Mi consejo es comprobar si estáis o no en el rango de edades afectadas.

Porque los avances científicos son desarrollados por personas, pero las personas son falibles. Y es de sabios rectificar.

viernes, mayo 10, 2013

Apunta. Encuadra. Dispara.

Cuando hagas una foto tienes que hacerte siempre esta pregunta: ¿Qué es lo que realmente quieres sacar? 

Porque muchas veces estamos ante una paisaje precioso, o una escena de enmarcar, pero se nos olvida que nuestro ojo y la lente de una cámara no funcionan igual. El ojo, combinado con el proceso de traducción que hace el cerebro, es mucho más complejo y completo. 

Para reproducir un momento preciso, tienes que elegir. ¿Qué es lo que te ha llamado la atención? ¿La luz? ¿El color de las hojas de un árbol, o el del cielo? ¿El efecto de las sombras en el suelo? ¿Un gesto, o una postura? ¿La expresión de los ojos? 

Con esa idea en mente, encuadras y disparas. 

Éste es un consejo que me dio hace muchos años mi amiga Malala, que en mi mente era una fotógrafa consumada, por mucho que ella se lo tomara a pitorreo:

Ahora que tenemos cámaras digitales, hay que aprovechar y tirar miles de fotos. Por pura estadística, alguna tiene que salir bien.

El caso es que lo recuerdo siempre que hago fotos, sobre todo de paisajes. ¿Qué es lo que quiero que aparezca, en realidad? En alguna ocasión, me asalta el pensamiento cuando me doy cuenta de que trato de fotografiar una emoción, y no una imagen. 

Y lo pongo en práctica también cuando escribo.

Me puede la verborrea escribiendo. Me disperso, me voy por las ramas, hago saltos mentales que sólo son lógicos para mí... Hablando me pasa mucho más, casi nunca acabo las historias que empiezo. Por suerte, escribiendo puedo editarme. Unas veces me sale mejor que otras, la verdad. Empiezo a escribir pensando en contar cualquier cosa. Si tengo pensado el principio, perfecto, pero si la frase estrella está pensada para aparecer a mitad del texto, me cuesta encauzar la historia. Me pasa sobre todo con las ideas que llevan mucho tiempo en mi cabeza. Las he estirado tanto, las he tratado de pulir tanto, que las noto anodinas, gastadas. Otras veces, me doy cuenta de que esa expresión no cuadra con el resto.

¡Me da tanta pena borrar frases! Especialmente las que han estado haciéndome compañía en mi cabeza en modo bucle. Pero entonces me acuerdo de mi consejo práctico: ¿qué es lo que realmente quieres contar? Por eso trato de empezar mis escritos con un título. A la inversa me resulta mucho más complicado. 

Claro que si se piensa bien, el ejercicio es el mismo: ¿qué es lo que realmente has contado?

martes, mayo 07, 2013

Destrozando infancias 101

Recuerdo la estampa con claridad: J, de cinco años, tumbado en el sofá delante de la tele, el asiento de su hermano L desocupado hace rato, en la pantalla pasan los créditos de Pocahontas, con la músiquita melancólica de fondo. Me giro desde el sofá de al lado para preguntarle qué le ha parecido la película. Y me encuentro a mi hermanito con una cara de pena de las que parten el alma, con los ojos anegados en lágrimas:

- ¿Qué pasa, cariño? ¿No te ha gustado? - pregunto alarmada. Ya se me ha ido la mano con la edad recomendada para ver la película. Seguro que piensa que se va a morir o algo...

- Es que... ¡se va! ¿Por qué se va? ¿No se quieren?

¿Qué le respondo? ¿Que comprenden que son de mundos diferentes? ¿Que vivieron su momento y lo recordarían con cariño en el futuro? 

- Bueno, es que él está muy malito y allí no tienen medicinas, tiene que ir a curarse a su casa, - improviso tratando de sonar razonable, al tiempo que procuro recordar la historia en la que se inspira. ¿Se moría? No, ¿no?

- Pero los dos están tristes, ¿no puede ir ella a cuidarle?

- Hombre, es que ahora es la jefa y tiene que cuidar a su pueblo, - añado, poco convincente. Empiezo a recordar que yo también lloré con esa peli, cual magdalena, por muy realista y sensato que me pareciera todo. - Aunque al final ella sí que va a Europa después, - recuerdo de pronto, - lo que pasa es que al final se casa con otro, y no dura mucho tiempo... Es una historia que pasó de verdad, cielo, las historias de verdad no siempre acaban bien...

Obsérvese como me fui enfangando y estropeando el efecto progresivamente y por duplicado. He destruido los cuentos de hadas y le he deprimido con la triste realidad. La angustia de mi hermano ya era absoluta.

- ¿Pasó de verdad? ¿Y no se casaron?

- Ehm... No, es que... Pasaron muchos años, y... Pero se enamora de otro, que también la quiere mucho y con ése se casa y... No pasa nada, cariño, ¡es sólo una peli!

- ¡Pero me has dicho que pasó de verdad! - los lagrimones de pena profunda caen sin compasión por su carita, y decido dejar de hablar porque no hay arreglo posible, claro. Abrazo infinito y confiar en que el trauma sea leve.

La posterior bronca de mi madre fue totalmente merecida. Tuve que revisar severamente mi criterio para elegir películas más allá del "es de Disney, es de niños".

- Mira, pues ya casi la del Rey León la dejamos para el año que viene... Y la de Bambi nunca.

Qué infancia tuvimos...

sábado, mayo 04, 2013

Di adiós con la manita

Las despedidas de soltero/a son una aberración en nuestro tiempo. Como tener una cartilla para el banco (¿are you from the past?) Una reliquia de cuando las parejas se conocían y empezaban a vivir juntas después de casarse. ¿Qué sentido tiene despedirse de una soltería que hace años que no practicas? A veces suponen un gasto comparable al del regalo de bodas, lo cual puede agriar un poco el entusiasmo de los amigos afectados.

No quisiera que hordas de futuros casados me crucifiquen o escupan por decir lo evidente (pero en el fondo me da igual y para algo estoy en mi blog). Está claro que se siguen celebrando porque a veces necesitamos una excusa para juntarnos un amplio puñado de amigos y montar una buena fiesta. Nos vamos dispersando, nos vemos menos, nos asentamos en planes más calmados, más rutinarios... A nadie le amarga un dulce, no?

Mal, muy mal. En primer lugar, es una excusa barata. Para eso están los cumpleaños, que además ocurren cada año y no "una o dos veces en la vida, pero digamos una, ¡una, cariño! que era una broma..."

En segundo lugar está el siguiente problema, y que más evidencia que es una antigualla de costumbre: ¿qué hacen las amigas del novio? ¿Y los amigos de la novia? Pues se fastidian, claro. A no ser que se organice una despedida conjunta, que ya es el colmo del absurdo, porque ni despides la soltería, que claramente no disfrutas, ni pasas tiempo exclusivo con los amigos que no ves desde que iniciaste tu vida en pareja (que ya te vale...)

Y ya la guinda del pastel: el horror de organizar un Magno Evento reuniendo amigos de todas las clases, colores y sabores. Encontrarlos a todos (y atarlos en las tinieb... uy, no, perdón). Que una mayoría acepte un día, o un finde, o un puente. Que se queden satisfechos con los eventos: ni demasiado hortera para los que van casi a regañadientes, ni demasiado suave para los fans acérrimos de estas lides. Que no decidan sublevarse una de las facciones a dos días del suceso y boicoteen y cambien el plan original que tantos quebraderos de cabeza dio. Que los novios no se den cuenta de los tejemanejes y piensen que todos sus amigos de origenes diversos en el fondo se quieren y se aprecian.

E incluso lo más difícil: pasarlo bien al final.


Va una, quedan dos. Que no nos pase nada...